Terrorismo e Islamofobia
(Redacción)
En el 2016, los incidentes islamófobos (573) aumentaron en España más de un 100% respecto al año anterior, según un informe de la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia. Colectivos musulmanes temen ahora que se disparen aún más tras los atentados del 17 de agosto en Barcelona, atribuidos a una célula yihadista.
“Evitar ese miedo es muy difícil (…) Salir a la calle y que alguien te diga ‘Vosotros sois los culpables’ es duro”, dijo esta semana a los micrófonos de la cadena local Telemadrid la portavoz del centro islámico de Fuenlabrada, una localidad situada al sur de Madrid.
Tras los atentados, la fachada de este centro amaneció con pintadas en rojo como “Muerte al islam” o “Dios está con nosotros”. Alguien dejó incluso una cabeza de cerdo ante la puerta. “Fue frustrante y humillante”, aseguró consternada su portavoz.
No es el único colectivo islámico que ha sufrido mensajes de odio y amenazas en las últimas horas, pese a que la comunidad musulmana en España, que cuenta con casi dos millones de fieles, ha lanzado estos días un mensaje contundente de condena los dos atentados que el jueves de la semana pasada mataron a 15 personas e hirieron a más de 130.
El lunes, miles de personas se concentraron con mensajes “contra la barbarie” y la “sinrazón” en la céntrica Plaza de Cataluña de Barcelona, a pocos metros del lugar donde se cometió el atropello masivo que mató a 13 personas. “No en nuestro nombre”, gritaron.
En Cataluña, región donde se cometieron los atentados y donde vivían los presuntos autores, varias mezquitas aparecieron con pintadas como “Vais a morir” o “Putos moros”. En las redes sociales, el lema “StopIslam” se convirtió en tendencia el día de los ataques.
“Estamos ante una brutal ola de islamofobia. Detectamos mensajes de Whatsapp muy salvajes y muy masivos”, advirtió en declaraciones al diario “El País” Esteban Ibarra, coordinador de la Plataforma Ciudadana contra la Islamofobia.
Estos episodios, si bien aislados, no tuvieron tanta repercusión en España tras el 11-M, el ataque yihadista que en el 2004 mató a casi 200 personas con bombas en varios trenes suburbanos de Madrid, la mayor masacre terrorista cometida en las últimas décadas en suelo europeo.
“En aquel entonces, el terrorismo yihadista era algo muy lejano y la guerra de Irak (apoyada entonces por el gobierno español de José María Aznar) había provocado mucho rechazo en España. Quizá eso contribuyó a que la gente no lo asociara con el islam”, explica a DPA Sergio García Magariño, doctor en Sociología, profesor de la Universidad Rey Juan Carlos y experto en terrorismo yihadista.
“Uno de los cambios sociales que se han producido desde entonces es que la islamofobia ha crecido en España. Aunque no ha tenido canalización política, como en otros países de Europa, las encuestas lo registran”, asegura el profesor universitario.
Los expertos coinciden en afirmar que islamofobia y terrorismo se retroalimentan. “El terrorismo alimenta la islamofobia y la islamofobia ofrece réditos al terrorismo porque fractura la sociedad. Neofascismo y yihadismo son dos caras de una moneda que se alimentan”, explicó al diario “El País” el filósofo Santiago Alba Rico, autor de “Islamofobia. Nosotros, los otros, el miedo”.
“Normalmente, en los contextos donde la islamofobia y los prejuicios son más altos, los procesos de radicalización [en el islam] se incrementan porque los agentes de radicalización encuentran mayor justificación para convencer”, dice a DPA García Magariño.
España es uno de los pocos países europeos inmunes hasta ahora a la extrema derecha. Pese al importante desempleo y a las altas tasas de inmigración, no hay un partido político xenófobo, algo que los expertos explican por la “la memoria de la dictadura franquista” (1939-1975) y por el surgimiento del partido izquierdista Podemos, que “canalizó el descontento” surgido a raíz de la crisis económica .
“Es difícil saber lo que puede ocurrir en el futuro, pero espero que no surja un partido ultraderechista porque eso azuzaría los procesos de radicalización”, concluye García Magariño.