El sociólogo Sergio García Magariño y el psicólogo Alfonso Arteaga, ambos profesores de la UPNA, analizan los hábitos que hemos adquirido con la llegada de la pandemia y cuál será su tendencia a partir de este viernes que Navarra deja atrás las restricciones
Publicado el 01/10/2021 a las 07:18
Este viernes Navarra deja atrás las restricciones que han marcado las pautas de comportamiento social desde el 14 de marzo de 2020. 18 meses que han cambiado nuestra vida y nuestras rutinas y han dejado muchas lecciones que permitirán ahora, con la mascarilla como medida recordatoria, decidir cómo queremos afrontar el camino hacia la vieja normalidad. “Disponemos de una enorme capacidad para adaptarnos a los cambios. No es algo nuevo. Ya lo sabíamos, y quizá lo habíamos vivido de una forma más individualizada. La diferencia es que ahora se ha puesto de manifiesto de forma masiva”, explica el psicólogo y profesor de la UPNA Alfonso Arteaga Olleta.
Lavarse más las manos, iniciar una videollamada, esperar el estreno de una película en una plataforma de contenidos o hacer la compra en el supermercado online son solo algunos de los nuevos hábitos que el ciudadano ha adquirido en un tiempo récord, y que deberá decidir ahora si mantener o desechar en su día a día. “Vivimos en un proceso de cambio continuo. Por ello, el actual es un momento magnífico para parar y evaluar cómo estamos, decidir si incorporar nuevas costumbres o salir de ellas“, cuenta Arteaga. Estos son algunos de los hábitos que nos ha dejado la Covid-19. Lo que ocurra a partir de ahora será decisión nuestra:
1. HÁBITOS HIGIÉNICOS: Lavarse más las manos o proteger a los demás cuando tenemos un resfriado
“Hemos aprendido mucho sobre los virus y eso se va a quedar”. Así de tajante es el sociólogo y profesor de la UPNA Sergio García Magariño. “Al igual que el SIDA popularizó en su día los preservativos, y las nuevas generaciones han asimilado su uso no solo como anticonceptivo, sino también como freno de enfermedades, esta pandemia va a traer otra serie de hábitos higiénicos: lavarse las manos o proteger a los demás cuando uno tiene un resfriado o una enfermedad vírica, por ejemplo”, detalla.
2. DIGITALIZACIÓN DE LA VIDA: El teletrabajo llega para quedarse
“La pandemia nos ha obligado a ponernos delante de una pantalla, y hay gente a la que le ha costado más despegarse”, afirma Ateaga. Un estudio del Instituto Navarro de Estadística publicado en julio de 2021 revela que el teletrabajo se popularizó durante el confinamiento y se ha afianzado después en la actividad laboral. El 18,3% de las personas ocupadas por cuenta ajena afirmaron estar teletrabajando. Eso sí, el porcentaje de las que declararon conseguir desconectar de su trabajo ‘en menor medida que antes de la pandemia’ se incrementó hasta el 56,7%. Las mujeres (68,8%) son las más afectadas.
“El riesgo es no regularlo bien legalmente”, cuenta. “Sí, ha venido para quedarse pero vendría bien que no lo asumiéramos de manera acrítica, para que no generase otras desigualdades”.
La vertiente negativa de esta excesiva digitalización también se ha trasladado a otros sectores, como la educación. “Hemos tenido una visión algo ilusa. Pensábamos que habíamos acelerado 10 años un proceso inevitable como es el de la digitalización, pero esta ha puesto de manifiesto algunos problemas. No podemos aspirar a tener una educación exclusivamente digital”. “La escuela física es un ente de igualación social muy poderoso, más de lo que pensábamos”, cuenta García Magariño.
3. COMUNIDAD LOCAL Y RELACIONES SOCIALES
Al inicio de la pandemia la comunidad física local se reivindicó como un espacio de socialización, de organizar la economía y de apoyo esencial. “Contrastó entonces con la tendencia que nos llevaba hacia individualizar las relaciones y reemplazar la comunidad tradicional por comunidades virtuales o de afines como centros deportivos o asociaciones”, relata García Magariño. “Parecía una tendencia positiva, pero ahora, creo, es menor. No me atrevo a decir hacia donde irá”, opina.
Las pantallas, que llevaban hacia esa individualización que menciona García también aparecieron como sustituto de las relaciones sociales. En aquellas personas con un perfil más problemático para desarrollar hábitos sociales han podido generar una dependencia, “aunque no es algo mayoritario”, explica Ateaga.
Parece ser una tendencia que ha quedado atrás. “Con el paso de los meses la mayor parte de la población ha recuperado la vida social”, cuenta. Sin embargo, apunta, “esa contención ha influido en nuestra expresión emocional. Para saludar, por ejemplo, nos seguimos dando la mano con miedo”.
4. ENTRE EL CONTROL MUTUO Y EL AUGE DE LO CLANDESTINO
García Magariño habla del incremento del control social que ejercemos los unos sobre los otros por el miedo a ser rechazados. “Nos ha surgido el policía que llevábamos dentro, sobre todo los primeros meses. Se trata de una tendencia que se ha relajado, pero que todavía está presente. No sé hasta qué punto se mantendrá”, termina.
En el otro lado de la balanza se encuentra el auge de lo “clandestino”. “Cuando hay mucha represión o intento de control por parte del Gobierno, surge esa subcultura. Ha sido otra de estas tendencias que no se sabía si iba a perdurar, pero que parece disiparse a partir de la relajación de las restricciones y de la apertura del ocio nocturno”.
4. ANCIANOS Y EL MIEDO
Las personas mayores son las más vulnerables al virus. No es de extrañar, entonces, que todavía haya ciertos grupos demográficos en los que el miedo limite esta vuelta a la vida social. Sin embargo, el sociólogo García Magariño apunta hacia ciertas contradicciones de comportamiento. “Se han introducido unos vicios en determinados grupos de la población. Por ejemplo, la gente más mayor, que mantiene el miedo a las relaciones presenciales en grupos grandes, no lo sostienen con la familia más estrecha”.
5. OCIO JUVENIL Y ALCOHOL: Los botellones eran ya un problema prepandémico
Arteaga habla del efecto “botella de gaseosa” para referirse a los últimos episodios de violencia con la vuelta al ocio de jóvenes y adolescentes. “Se ha generado una alarma social con los adolescentes. En general, los jóvenes han tenido un comportamiento ejemplar a lo largo de la pandemia que conforme han mejorado los datos y ha llegado la vacuna, se ha relajado”, explica. “Tras esa contención inicial, que en los adolescentes ha sido más difícil, se produce el ‘efecto botella de gaseosa’, hay una tendencia a salir y beber más, pero es algo que remitirá y volverá a niveles prepandémicos“. “La gaseosa después de explotar vuelve a su ser”, asegura Arteaga.
García Magariño apunta hacia una mala labor pedagógica desde el Gobierno y los medios de comunicación. “Los jóvenes han sido muy disciplinados, pero las eclosiones de violencia y botellones han mostrado que esa disciplina no brotaba desde el interior, desde la comprensión, sino que ha habido un poco de represión“. “Ha faltado una labor pedagógica que ayude a entender por qué es necesario confinarse, mantener la distancia, etc.”
Además, ambos apuntan a que el de la asociación del ocio juvenil con el consumo de alcohol era un problema que ya estaba instalado en la sociedad. “Se ha recuperado un problema olvidado que tiene que ver con los modelos de ocio y de consumo de jóvenes. El patrón de consumo ha cambiado, ahora se bebe de forma más compulsiva; beben menos jóvenes, pero los que beben, beben más“, explica Arteaga.
Los datos de desempleo juvenil, con una tasa que ronda el 26% e Navarra, también están detrás de este fenómeno. “Es una forma de consumo de forma precaria, porque es más barato. Si el paro juvenil se mantiene en cotas tan altas, tenemos este tipo de fenómenos ‘low cost’ de las fiestas”, añade García.
6. TIEMPO DE OCIO, al aire libre y a través de la pantalla
Pasamos de estar confinados entre las paredes de un piso a salir al exterior sin poder recuperar las aficiones a las que dedicábamos la mayor parte de nuestro tiempo libre. “Hubo mucha gente que aprovechó el parón vital del confinamiento para introducir la actividad física en su día”, explica Arteaga. Muchos la abandonaron meses después y otros han incorporado el hábito de asistir al gimnasio, “donde todavía persiste cierto miedo por ser un espacio cerrado”. “Lo que sí está claro es que en el deporte se mantiene una tendencia hacia practicarlo al aire libre: se ha incrementado la gente que pasea o que ha descubierto en el monte un sitio en el que encontrar un espacio libre de contactos y ha experimentado un boom. Parece que es una tendencia que ha venido para quedarse”, afirma.
La cultura, reducida a su mínima expresión con conciertos en sillas, exposiciones con aforos reducidos o charlas virtuales, parece resistirse un poco más a recuperar su actividad. “Existe una necesidad de volver a recuperarla. Incluso las fiestas patronales, que son rasgo de nuestra cultura. Se ha redescubierto el valor que tienen y se espera que vuelvan con normalidad”.
Eso sí, la digitalización también ha llegado a este ámbito. “Lo que sí que es claro es que el aumento del uso de las plataformas de visionado es algo que ha venido para quedarse, y que se combinará con las rutinas de ocio prepandémicas”, añade.