Tras la jornada «Sistemas educativos contemporáneos: Escuelas y familias en relación con la migración» organizada por I-Communitas / Institute for Advanced Social Research de la Universidad Pública de Navarra (UPNA) y el Servicio Socioeducativo Intercultural (SEI) de Navarra, a la que contribuyeron investigadores e investigadoras de América Latina, Europa continental y España, se pudo destilar un decálogo de conclusiones que podría ser relevante para las políticas públicas relacionadas con el fenómeno de la presencia de escolares y familias de nacionalidad extranjera en los sistemas educativos contemporáneos.
La interculturalidad como opción de política educativa es una alternativa a los enfoques homogeneizadores, puesto que parece estar en mejores condiciones de promover la igualdad a través de un currículo sensible a las distintas culturas y lenguas. La interculturalidad, además, supone una herramienta eficaz para la construcción de valores que faciliten la convivencia pacífica. En otras palabras, la interculturalidad puede informar una pedagogía innovadora apropiada para sociedades multiculturales y plurilingües, donde los saberes, valores, lenguas y diferentes expresiones culturales deben constituir recursos que aporten a la transformación del proceso de enseñanza-aprendizaje.
La interculturalidad en la escuela puede considerarse una estrategia para el cambio social positivo, puesto que, incidiendo en las condiciones educativas, psicológicas, sociales, culturales y económicas de maestros, estudiantes, profesores y familias —una comunidad de barrio—, puede suponer una pauta de acción colectiva y un modelo de organización social a pequeña escala replicable en unidades superiores.
El maestro no es el único responsable de la educación intercultural: el proyecto intercultural debe insertarse dentro del contexto más amplio de las políticas públicas y del itinerario del centro educativo. El profesor debe recibir una formación docente orientada a la promoción del diálogo para que, de esta forma, sea capaz de ayudar a los estudiantes a reconocer ese valor y a desarrollar las competencias necesarias para el mismo dentro de la clase. Dicha formación se debería apuntalar con la noción de que el profesor o profesora es un mediador y no el único poseedor del conocimiento. Esta formación del profesorado supone un reto monumental, puesto que ha de lograr, entre otras cosas, que el docente adquiera un discurso neutral y sensible a la diferencia y que esté libre de toda la discriminación. Esta incidencia sobre el discurso se debe al hecho de que el discurso del profesor modula el tono de la comunicación en clase y moldea, en parte, las relaciones en el aula.
El currículo inspirado en la interculturalidad debe introducir como elemento vertebrador el desarrollo de competencias interculturales que permitan la formación de personas capaces de comprender diferentes formas de vivir e interpretar el mundo, de gestionar las relaciones entre culturas y de resolver conflictos relacionados con la diversidad por vías pacíficas . En otras palabras, el currículo debe capacitar a los individuos para apreciar y acomodar la unicidad de la dignidad humana y la riqueza de su infinita diversidad étnica, cultural y religiosa.
El porcentaje de estudiantes con antecedentes de inmigración en Navarra es cercano al 18% (Instituto de Estadística Navarro), significativamente superior a la media nacional (12%) y europea (13%). Este hecho no es tan conocido puesto que, en ocasiones, la población se concentra en algunos centros públicos. Por ello, se hace necesario, primero, visibilizar dicho alumnado; segundo, exponer la discriminación institucional que suele experimentar como resultado de la incapacidad de gestionar cargas tan altas de inmigración; y, finalmente, realzar las competencias de las instituciones educativas para abordar con flexibilidad e innovación los problemas que enfrentan en esta materia, tales como la incorporación tardía de estudiantes o la inclusión efectiva de sus familias en la comunidad educativa.
La mayor parte de las familias inmigrantes navarras, cuando llegan, tienen grandes expectativas sobre el impacto de la educación en la movilidad social de sus hijos. No obstante, estas expectativas pronto se ven frustradas al tener que enfrentar, desde condiciones de vulnerabilidad, desafíos que van más allá de su capacidad de respuesta: a qué recursos acceder, a dónde dirigirse en busca de ayuda… Las condiciones sociales y económicas de desventaja, sumadas a su condición de inmigrantes, impiden la igualación social a través de la escuela, contribuyen al abandono escolar y desincentivan la voluntad de las familias para apoyar incondicionalmente la escolarización de sus pequeños.
Las nuevas generaciones navarras continúan reproduciendo la estigmatización social de la población inmigrante. El paso del tiempo y la confianza en que las nuevas generaciones serán diferentes, sin intervención pedagógica, social y cultural efectiva, no son suficientes para el tránsito hacia una sociedad intercultural. Las estrategias de sensibilización y de actuación multisectorial —incluyendo a los medios de comunicación— para promover narrativas alternativas son fundamentales.
El profesorado ha de ser capaz de reconocer los prejuicios que circulan dentro del equipo docente y entre los estudiantes sobre determinados colectivos. Asimismo, las figuras que operan como enlaces entre la comunidad educativa, las instituciones escolares y los servicios sociales han resultado ser muy efectivas en Navarra.
Atribuir los problemas de la escuela para gestionar la diversidad a factores extraescolares y culpabilizar a los colectivos vulnerados de esta situación, dificulta la resolución de dichos problemas, en el primer caso, y genera una doble victimización, en el segundo.
Ante la pregunta de qué hacer en el aula para trabajar de forma intercultural, los expertos recomiendan diferentes actividades educativas: promover presentaciones sobre una misma temática desde diferentes interpretaciones culturales, fomentar debates donde los estudiantes tienen que cambiar de posición y comprender los hilos argumentativos de los diferentes planteamientos —con independencia de aquél con el que están más de acuerdo—, promover pequeñas investigaciones sobre la situación que experimentan las familias procedentes de contextos culturales variados o establecer de manera rotatoria pequeños festivales que visibilicen las prácticas culturales y la cosmovisión de diferentes grupos y tradiciones.
La jornada transcurrió durante toda la mañana en formato semipresencial, a fin de mantener las medidas sanitarias necesarias para controlar la pandemia, por un lado, y de favorecer cierta interacción personal útil para forjar el entendimiento compartido, por el otro. Representantes públicos, profesores y actores sociales procedentes de la sociedad civil fueron los asistentes y protagonistas.
Sirva de corolario una frase pronunciada por la directora del SEI que tanto describe el ethos del seminario como subraya el enfoque que esta organización ha adoptado para su intervención: «no trabajamos con familias migrantes, puesto que, en esencia, todas y todos somos familias relacionadas con la inmigración».
La jornada se puede visualizar pinchando sobre el siguiente enlace
Nota: Este artículo se ha elaborado en colaboración entre Belkis Rojas Hernández y Sergio García-Magariño, ambos profesores-investigadoras de I-Communitas, Institute for Advanced Social Research, de la Universidad Pública de Navarra