El período de navidades suele utilizarse en Europa para descansar, estar con la familia y, en función de una perspectiva secular o religiosa, participar en actos de devoción o actividades de ocio; o en una mezcla de todo ello. Sin embargo, no todo se desarrolla siempre según los cánones culturales predominantes.
Del 18 al 29 de diciembre, jóvenes académicos y profesionales, implicados de una forma u otra en procesos sociales vinculados con el mundo del desarrollo, procesos de paz, transiciones democráticas o prevención de conflictos —procedentes de Medio Oriente, Sudáfrica, Israel y diversos países de Europa—, se reunieron en Alemania, Tambach, para compartir experiencias y explorar enfoques, conceptos e instrumentos, a fin de incrementar la efectividades de los proyectos en los que están embarcados en diferentes partes del mundo.
El Instituto de Estudios sobre Prosperidad Global (ISGP), con sede en Israel, volvió a abrir un espacio en Europa para deliberar de manera estructurada, siguiendo el hilo de uno de los programas que está implementando desde hace casi una década en todos los continentes, sobre cuestiones fundamentales del mundo contemporáneo.
El seminario giró en torno a tres tipos de preguntas. Un primer tipo, el más abstracto y complejo, pretendía examinar las bases intelectuales de las sociedades modernas y las dificultades que parece estar generando un patrón de pensamiento fragmentado que, en línea con el planteamiento de Habermas, aunque surge en la ilustración como forma de organizar el conocimiento y la ciencia, se ha puesto al servicio de la producción industrial y la economía, perdiendo así su capacidad de dar respuesta a problemas complejos que requieren enfoques holísticos, interdisciplinares, cooperativos y dialógicos. El cambio climático, las enfermedades infecciosas, el terrorismo y el crimen global, los flujos migratorios, la pobreza o la interdependencia económica son tan solo algunos de esos temas que exigen una mirada innovadora que tome al planeta como marco de referencia, pero sin perder de vista el anclaje local y nacional.
Una segunda categoría de preguntas trataba de explorar formas de contribuir tanto a las políticas como al debate público de manera constructiva. ¿Cuál es el rol de los medios de comunicación? ¿Cómo trascender las dinámicas de la competición y el conflicto que parecen haber agotado su capacidad de apuntalar sistemas sociales extremadamente interconectados? ¿Qué desafíos y oportunidades presentan las nuevas tecnologías de la información para la cohesión social? Aunque en diferentes niveles de compromiso y responsabilidad, los participantes intercambiaron perspectivas y experiencias de los países de donde procedían: el desafío migratorio en Turquía y la forma en que el discurso mediático lo presenta; las movilizaciones del Líbano y su poca representación en canales occidentales; la integración incompleta de la Unión Europea y los nuevos movimientos sociales; la reforma de la ONU y la crítica permanente, muchas veces poco informada, de sus mecanismos y funcionamiento; los desafíos económicos en los países vinculados a la antigua Unión Soviética; las relaciones entre el individuo, la comunidad y las instituciones en contextos culturales diversos y la necesidad de remodelar dichas relaciones de manera que el individuo se potencie, la comunidad se rescate y las instituciones canalicen el potencial individual para ponerlo al servicio del bien común y generen espacios comunitarios para la liberación del talento; las transiciones democráticas en curso y los procesos de paz…
Para enriquecer la conversación sobre este segundo tipo de preguntas, el ISGP presentó dos documentos, uno elaborado por la Fundación para la Aplicación y Enseñanza de las Ciencias (FUNDAEC) de Colombia, sobre el desarrollo social y económico y los desafíos actuales y otro, preparado por el ISGP mismo recogiendo las perspectivas de una de sus líneas de investigación, sobre paz y justicia en sociedades en transición. Estos dos documentos, además de contribuir a casos nacionales específicos, pretendían arrojar luz sobre algunas de las dinámicas globales ya que, por un lado, existe una necesidad imperiosa de encontrar nuevos modelos de desarrollo social y económico sostenibles y que no fracturen la convivencia y, por el otro, se puede decir que todo el mundo está en transición hacia una paz duradera y hacia formas más maduras de articular la política, de manera que, los recursos que existen —que son suficientes para, al menos, nutrir a todas las personas—, puedan satisfacer mínimamente las necesidades de los habitantes de la tierra.
Por último, una tercera serie de preguntas abordaba cuestiones metodológicas: ¿qué enfoques innovadores pueden adoptarse para la transformación social?, ¿qué métodos de participación son más efectivos para empoderar a las masas para que se hagan protagonistas de su destino?, ¿qué perspectivas no conflictuales para el cambio positivo pueden replicarse y cómo?, ¿cómo fortalecer las condiciones sociales pertinentes para una paz duradera, positiva, en sociedades en conflicto que vayan más allá de un paquete de medidas para efectuar simplemente una transición superficial hacia la democracia? A este respecto, se pudo consultar sobre el marco conceptual que guía la investigación y la acción de un grupo de organizaciones para el desarrollo. Un aspecto axial de ese marco es el rol que asignan al aprendizaje y a la generación aplicación y difusión de conocimiento en el progreso social, así como a las estructuras institucionales necesarias para canalizar dicha dinámica en poblaciones específicas. La capacidad científica de recurrir a la ciencia, al conocimiento ético y moral de las grandes tradiciones religiosas y de establecer un diálogo constructivo entre ambos para encontrar modelos alternativos de desarrollo, gobernanza y organización social, también recibió gran atención. No obstante, en línea con el estilo planteado por el número especial de Journal for development studies, publicado por Routledge en 2016, se reconoce que este diálogo no puede fructificar a menos que, por un lado, se adopten concepciones más sofisticadas de la ciencia, que vayan más allá de la noción anacrónica y reduccionista (aunque prevalente) de la ciencia como «método» para captar la realidad y, por el otro, se tomen en cuenta solamente formas racionales de religión que dejen a un lado actitudes fanáticas y supersticiosas.
En breve, el seminario que tuvo lugar recientemente en Alemania, y que reunió a tantas personas comprometidas de regiones del mundo tan diversas, ofrece un hálito de esperanza y confianza en la capacidad humana para levantarse, trabajar y buscar soluciones innovadoras para las crecientes amenazas que se ciernen sobre esta generación. Parece que la oportunidad de dejar una huella perdurable en el corto período de tiempo que dura esta vida, es lo que motiva a estos jóvenes a dedicar los preciosos días de su juventud a la causa de la justicia y la paz en sociedades en transición.