Unión eterna
Dos almas sirviendo en dos frentes,
volando embriagadas de amor,
por Aquél que revivió al hombre,
el Ave Fénix Salvador.
Karím sobrevoló el mundo,
dejando huella por doquier;
Guinea, Ecuador, Colombia,
Norteamérica e Israel.
Alba caminaba un sendero
de pureza y de devoción.
Su canto alegraba el alma,
espíritu y corazón.
Ambos se apresuraban solos
hacia el Reino espiritual,
pero Dios cruzó sus caminos
en Colombia, tierra leal.
Y después partieron a España,
para enlazarse en el amor
que sienten el uno y el otro
por el servicio y por Dios.
Suspiro
Cuando el suspiro encantador me ataca
penetra por mi corazón y se esparce,
se esparce por todos los nervios, venas y capilares
llenando todo mi ser, como si de un globo se tratara,
con un sentimiento inefable
que hace que mis ojos se humedezcan.
Una dulce y familiar melodía es la causante de este viaje insuperable
hacia el Reino de la felicidad.
El contemplar una imponente montaña;
divisar una banda de aves;
observar un río:
mirar el mar;
degustar la puesta de sol;
descubrir las nubes del infinito firmamento;
todo despierta esta sublime sensación.
Pero el mayor desencadenante de esta envolvente fragancia
es una reflexión y contemplación profunda
del exquisito Texto Revelado.
Levantarse tras la caída
Recogiendo la pluma tras caer
elevo un suspiro que ruega perdón.
Pequeño desvío me desgarra en dos
ya que el abismo puede estar en vos.
Dar un paso en falso conduce a meditar
pues si no, el peligro te puede atrapar.
Vergüenza en Su Presencia he de sentir:
¡Mira esta angustia y límpiame sin fin!
Yo soy impotente, insignificante y pecador.
Yo soy desecho del mundo actual.
Creo ver a Pedro tras el gallo cantar.
Creo ver a Judas besándote mal.
Purifica mi alma y mi corazón;
anega mi cuerpo de clemencia y amor.
Me esforzaré por no hacerlo,
ni una vez más,
pero necesito Tu Prueba,
lánzamela.
Esto es la muerte,
así lo siento yo que sólo anhelo ser de Tu Causa un campeón.
Qué lejos estoy,
qué poco digno soy.
Perdóname, Te lo suplico, y
¡parte mi corazón!
Recurro a Ti
Amado mío,
cuando la impotencia me invade…
sólo puedo recurrir a Ti.
Cuando el arrepentimiento me acosa…
sólo puedo recurrir a Ti.
Cuando la soledad me acecha…
sólo puedo recurrir a Ti.
Cuando poderes reclamo…
sólo puedo recurrir a Ti.
Cuando el agradecimiento es inefable…
sólo puedo recurrir a Ti.
Cuando el ego ataca…
sólo puedo recurrir a Ti.
Cuando de conquistar se trata…
Sólo puedo recurrir a Ti.
Cuando la parálisis me secuestra…
sólo puedo recurrir a Ti.
Cuando amor necesito…
sólo puedo recurrir a Ti.
Ahora mismo…
recurro a Ti.