Navidad entre el deber y el querer
Expertos abogan por el mantenimiento de las restricciones en Navidades, pero a la vez asumen lo difícil del cumplimiento y su control pese a la amenaza de contagios. Se aproximan unas fechas atípicas con el foco puesto en las reuniones familiares
- Por: MARCOS SÁNCHEZ
El sociólogo de la UPNA Sergio García Magariño habla de una “tensión” entre “la emoción y el pensamiento”. La está experimentando la sociedad ante las Navidades que se asoman, fechas características de abrazos y mesas compartidas, amistades y familiares próximos y no tanto, pero que esta vez quedan condicionadas por un coronavirus que ha acarreado restricciones con el fin de cercarlo. “A nivel de pensamiento, viendo cuál ha sido la experiencia de los pasados meses, cuando se flexibilizaron en verano de manera abrupta las medidas por razones económicas y ha habido un caos posterior, la gente considera que no deberían celebrarse las Navidades. Y lo más razonable sería extender la restricción de movilidad hasta después. La parte fría, racional, abogaría por eso. Pero la parte emocional, la de la tradición y los ritos, llama a hacer lo mismo que otros años a pesar de que las circunstancias son diferentes”, diagnostica el experto. Es el dilema entre lo que se quiere y lo que se puede. Porque va a seguir habiendo normas. A falta de concreción, el Gobierno de Navarra plantea soltar algo la mano con las vigentes y permitir, por ejemplo, que en las comidas y cenas navideñas puedan reunirse un máximo de dos unidades convivenciales, residentes en hogares distintos, con un máximo de entre 6 y 10 personas. El Ejecutivo dice inclinarse más por el 6 que por el 10. La lupa, por tanto, se posa sobre un ámbito privado como el domicilio, donde ahora se conceden reuniones únicamente de convivientes.
-Entre la emoción y el pensamiento, ¿qué cree que se va a imponer? -pregunta el periodista.
-Desafortunadamente, lo que debería imponerse es que todos colaborásemos para responder ante la pandemia decidiendo entre todos qué es lo mejor. Y eso conduciría a no celebrar la Navidad este año como en otras ocasiones. A hacerlo únicamente de forma familiar pero íntima, en los núcleos convivenciales -responde el sociólogo de la universidad pública.
García no es partidario de una flexibilización de medidas. “Pensando en el bien de todos a medio plazo, no a corto por las Navidades o cuestiones económicas, sería un error de cálculo. Lo mejor sería mantener las actuales restricciones hasta después, obviamente tratándose de ganar la confianza de la gente, no a golpe de imposición. Haciendo una labor pedagógica: ésta va a ser sólo una Navidad en la vida, lo hacemos por el bien de todos y necesitamos colaboración”, afirma.
EN LA MESA SIN MASCARILLA Y EL PELIGRO DE “VOLVER ATRÁS”
Navarra se aproxima a Navidad con mejores cifras de contagios que hace un mes, aunque con repuntes en los últimos días, y algo de respiro en los hospitales, donde sin embargo la situación continúa complicada. Así mismo, los fallecimientos diarios son altos. Lo primero, la caída de las infecciones detectadas, lleva a Gabriel Reina González, microbiólogo de la Clínica Universidad de Navarra, a señalar que las últimas restricciones puestas en marcha “han funcionado”. Por eso, se inclina por prolongar la tónica.
“Debemos estar mentalizados de que, hasta que no termine el invierno, tenemos que limitar los contactos a nivel social y familiar. Pero las Navidades se prestan a reuniones, comidas y cenas, y ese momento de quitarte la mascarilla en ellas es la clave. Si no tenemos cuidado y limitamos las reuniones, sobre todo en las que no vamos a hacer uso de la mascarilla, podemos volver atrás, a los números no sostenibles de infecciones que arrastrábamos hace un mes y hacen que todavía los ingresos hospitalarios sean altos, con una mortalidad muy elevada”, considera.
Ya el límite de seis personas que el Gobierno central puso sobre la mesa el pasado martes para las celebraciones navideñas le pareció a Reina una medida “acertada”. “Está claro que van a ser unas Navidades bastante particulares, confiando en que las próximas sean como las que hemos conocido siempre. Todos estamos deseando volver a reunirnos con familiares y con amigos que no vemos desde hace tiempo. Si la situación mejora, quizás podamos hacer una vida en exteriores, en un ambiente seguro en el que portemos mascarilla. Fuera del ámbito de una comida o una cena podremos interactuar más con la gente. Pero el momento clave va a ser sentarnos a la mesa”, reitera.
“LA POLICÍA NO VA A PODER ENTRAR EN LAS CASAS”
La apuesta de cara a Navidad de Pedro Gullón Tosio, epidemiólogo y experto en Medicina Preventiva y Salud Pública, consiste en limitar al máximo la movilidad, las reuniones sociales y la cifra de participantes en las mismas. Sin embargo, se rinde ante una evidencia: es “extremadamente” complicado vigilar que no se incumpla. “Es muy difícil controlar en una casa quién es conviviente y quién no. En Navidad hay que hacer la máxima recomendación para que la gente haga lo menos posible, pero es complicado no juntarse con familiares que vivan, por ejemplo, en la otra punta de la ciudad”. La dificultad en el control también la asume el sociólogo Sergio García, para quien el mantenimiento de restricciones en unas fiestas tan especiales va a suponer “fenómenos clandestinos” que equipara a los que se dieron con las llamadas ‘no fiestas’ en los pueblos o suelen darse en forma de fiestas universitarias en pisos. “La policía no va a poder entrar en las casas, por lo que siempre va a haber una laguna de incertidumbre”, apunta.
-En Navidad normalmente nos juntamos muchos, son días en los que son difíciles las medidas de protección, con alcohol de por medio… Situaciones sociales y alegres. Pero después de un año complicado tenemos que seguir haciendo un pequeño esfuerzo. Si en Navidades nos tenemos que juntar, tenemos que hacerlo con la mínima gente posible y en las formas más seguras posibles. Si podemos hacerlo en exterior, mejor que en interior. Si es en interior, que sea ventilado. Si en vez de juntarnos en familia doce un día lo hacemos seis en dos días diferentes, mejor. Pero sabiendo también que, después de un año tan complicado, es muy difícil que la gente se prive de no tener ningún contacto familiar, ya que hay personas que lo han pasado muy mal sin ver a su familia durante todo el año -manifiesta por su parte Pedro Gullón.
El temor del Gobierno foral es que las Navidades puedan servir para replicar lo que ocurrió el pasado verano, al que se llegó tras semanas de reducción de casos y tras el que comenzó a reanimarse una curva de contagios que llegó a rozar los 700 el pasado octubre. “La situación es un poco diferente porque los casos son ahora más altos que en verano, por lo que la posibilidad de un repunte es más alta, pero por otro lado las Navidades son un periodo mucho más corto. Si en Navidad hay nuevas cadenas de contagio, que al menos no supongan una nueva escalada de casos sino que sea algo controlado. Pero es difícil de prever”, declara el epidemiólogo. Por otro lado, afirma que para saber el impacto que la Navidad puede tener en la evolución de contagios es aconsejable basarse en otros países con reuniones similares como Estados Unidos y su Acción de gracias de esta semana. Algo parecido a lo que se suele hacer en Navidad en España. Viendo lo que ocurra allí nos podremos hacer una idea de qué impacto puede haber aquí”.
Gullón llama a tener el máximo cuidado en los contactos con personas mayores o de características vulnerables. “Si quieres ir a verles, que sea en una habitación hiperventilada, intentando mantener la distancia de seguridad todo el rato y, cuando no estés comiendo o bebiendo, con la mascarilla puesta”, guía.
SENTIMIENTO DE SOLEDAD IMPUESTA ENTRE LOS MAYORES
Francisco Úriz Otano, presidente de la Sociedad Navarra de Geriatría y Gerontología, alerta de que donde más ha incidido la pandemia ha sido en la población mayor. “No sólo de forma directa con infecciones respiratorias o mortalidad sino también indirecta por las medidas restrictivas de prevención de contagios”, analiza, para detallar un mayor tratamiento en las consultas de ansiedad, miedos, trastornos del ánimo… “Problemas emocionales relacionados con el aislamiento tanto en el ámbito residencial como en el domiciliario”, expone.
Úriz destaca sobre todo lo demás el incremento que se está dando entre los mayores de un sentimiento de “soledad no buscada, impuesta”. Una merma que, según asegura, puede agravarse en las próximas Navidades. “Tienen unas connotaciones importantes en el tema religioso, pero también en el emocional y familiar. En ese sentido, las consecuencias de las restricciones van a inicidir de forma más negativa en las personas mayores. Posiblemente tengan más sentimiento de soledad, inseguridad y tristeza, si las medidas que se establecen son tan restrictivas como las que hay ahora”. Así mismo, adelanta que también se van a ahondar en Navidad los sentimientos de culpabilidad que aparecen en los familiares.
El geriatra conmina a la realización de un esfuerzo por parte de todos. “Primero el sistema sanitario para, si se ve que las restricciones han ido funcionando, ser un poco más flexibles en las fechas navideñas. O al menos hacer una individualización. No es lo mismo una residencia de mayores de una localidad pequeña, donde las restricciones quizás puedan ser menores, que una de Pamplona, donde el riesgo de contagio y la vulnerabilidad de las personas mayores se incrementan. Y eso también sirve a nivel domiciliario”, argumenta Francisco Úriz. “Y un esfuerzo también por parte de la población, con el objetivo de que los contactos se produzcan siempre siguiendo medidas de prevención en cuanto a mascarillas, distancia de separación o comiendo o cenando en espacios amplios y bien ventilados”.
LOS NIÑOS SE ADAPTAN, SI SE LES EXPLICA QUÉ ESTÁ SUCEDIENDO
Si las Navidades venideras se antojan fechas muy sensibles para las personas mayores desde el punto de vista físico y emocional, en el otro extremo de edad los más pequeños de las familias van a afrontar unos días extraños respecto a cómo los han vivido anteriormente. Después del confinamiento domiciliario, las clases por Internet, las nuevas rutinas en el día a día del colegio o el cambio en su modo de relacionarse con los demás, incluso su Navidad va a resultar distinta.
La psicóloga infantil Amaia Iturri Pérez de Albéniz explica que “los niños y niñas son capaces de adaptarse a situaciones novedosas siempre y cuando se les explique qué está pasando, se trabajen sus emociones y se les dé espacio para preguntar todo lo que necesiten, las veces que sea necesario”. “Después de estos meses, nos han demostrado la capacidad de adaptación que tienen”, prosigue la experta. “Esta situación en la que nos encontramos actualmente está sirviendo, sobre todo, para trabajar la frustración. Es totalmente comprensible que los niños y las niñas sientan enfado o incluso rabia al conocer que las Navidades este año van a ser un poco diferentes. Si desde casa e incluso desde el colegio se les explica la situación, la entenderán y asimilarán. Exactamente igual que lo que pasó a comienzo de curso con el uso obligatorio de las mascarillas en el aula, situación en la que han respondido estupendamente”.
Mañanas de los días de Navidad y Reyes. Seguramente los regalos de Olentzero, Melchor, Gaspar y Baltasar vayan a estar ahí al despertar. Pero ¿cómo es posible, si esta vez no ha habido desfile ni cabalgata? Esta pregunta se la podrán hacer muchos niños, especialmente los de menor edad. Y la situación se presenta como un reto para los padres. “Habrá que utilizar los cuentos como vía”, propone Iturri. “Existen cuentos sobre los Reyes Magos y Olentzero, pero también los padres pueden inventarse uno que se adapte a las cuestiones personales que les puedan surgir a sus hijos e hijas. El uso del cuento favorece el desarrollo de la imaginación y acerca al hábito de la lectura por ocio, algo de suma importancia en etapas posteriores”. En la misma línea, la psicóloga anima al uso de esos cuentos para hacer pequeñas obras de teatro o manualidades en casa con las que los pequeños adapten sus propias cabalgatas. “De este modo favoreceremos la expresión corporal, el desarrollo psicomotor, la creatividad, la concentración y las relaciones familiares, entre otras”, indica. “Además, podemos utilizar vídeos y fotos de años anteriores para recordar eventos pasados que evocan recuerdos felices y, de este modo, fomentar el buen uso de la tecnología”.
HOSTELERÍA Y COMERCIO, A POR UNA REACTIVACIÓN MENOR
“Las condiciones son las que son y sabemos que la desescalada debe ser progresiva, pero esperamos que para Navidad la hostelería esté ya abierta. Eso sí, con las máximas condiciones de cautela y precaución. Ninguno apostamos por volver en las mismas condiciones de antes de la pandemia. Estamos dispuestos a asumir un protocolo de buenas prácticas porque nuestro objetivo es el de todos, que la pandemia se reduzca al máximo. La hostelería es la primera interesada en que no haya casos y no es la culpable del aumento de contagios, que mayoritariamente se han producido en entornos no controlados, como domicilios, botellones, fiestas de estudiantes…”. Se expresa así Carlos Albillo Torres, secretario general de la Asociación de Comercio y Hostelería y Servicios del Casco Antiguo de Pamplona, quien no oculta un cierto “miedo” de cara a las próximas fiestas por “ciudadanos que no han sentido la gravedad de la situación en los últimos meses”. Pone el foco en los domicilios: “Va a haber gente muy responsable, pero ¿todo el mundo va a respetar que las reuniones en sus casas sean de un número determinado de personas? Tengo mis dudas”.
Desde el punto de vista del comercio, Albillo considera que aún es algo pronto para saber cómo se va a traducir la actual situación en la temporada navideña, “punto álgido” para las tiendas. “Pero nos va a afectar”, asume. Su esperanza pasa por que no se pierda “la costumbre de regalar, del detalle”. “Eso hará que haya una reactivación del comercio, aunque sea pequeña. No será como en años anteriores”, indica.
Si la compra online ha ido mermando en los últimos años las posibilidades del comercio presencial, de cara a estas Navidades la tendencia apunta a incrementarse, espoleada por la inseguridad que pueden sentir algunos ciudadanos por coincidir con otros en los establecimientos y exponerse a contagios. “En nuestras tiendas no van a encontrar aglomeraciones”, incide Carlos Albillo, quien ha detectado una subida “clarísima” de la venta por Internet respecto al año pasado. Aboga, sin embargo, por acostumbrarse. Algo que ya ha empujado a medio centener de comercios del Casco Viejo a ofrecerse también en alternativa online. “Seguiremos peleando. Si a pesar de la competencia de las grandes superficies hemos logrado continuar, tenemos que tener confianza en el futuro”.
Ese futuro inmediato pasa, según Ana Beriáin Apesteguía, presidenta de la Asociación de Empresas de Hostelería y Turismo de Navarra, por que los bares estén abiertos y cumpliendo “a rajatabla” las normas sanitarias. “Esperamos abrir los antes posible. Si no, sería decirnos ‘desaparecéis y se acabó’. El cierre definitivo”. Al igual que Albillo sobre el comercio del Casco Antiguo, Beriáin ve la Navidad como un motivo de esperanza matizada para la hostelería. “No van a ser, ni por asomo, cercanas a las de años anteriores. Pero claro que nos ayudará abrir la puerta de una vez porque lo necesitamos”, dice. “Las comunidades que no han cerrado la hostelería en la segunda ola son ahora las que mejor van, Madrid, Canarias y Baleares. Lo importante está en las reuniones sociales en lugares que no son públicos, donde la gente se relaja y no cumple las medidas. Y esto es lo que da miedo”.